Querida Carmen,

Hoy es un día muy especial, un día en el que celebramos tu sesenta cumpleaños y quiero aprovechar esta oportunidad para honrarte y reconocer todo lo que significas para aquellos que te rodean.

Desde que te conocí en la estación de tren de Atocha, quedé impresionado por tu carisma, tu dulzura y tu fortaleza. Recuerdo esa tarde, cuando estabas preocupada porque Manolo, mi querido amigo y hermano, no se decidía a separarse. En ese momento, vi cómo te aferraste a tu fe y tu confianza en el amor, manteniendo tu esperanza viva a pesar de la terrible incertidumbre que te hacía zozobrar.

Desde entonces, he tenido la suerte de conocerte más a fondo, de compartir momentos y de ver cómo has sido un pilar en la vida de mi amigo. Tu amor, tu dedicación y tu entrega han sido fundamentales para hacer crecer su relación, para superar obstáculos y para construir un futuro juntos.

No puedo dejar de mencionar lo maravillosa que eres como persona. Tu sonrisa ilumina cada lugar al que llegas, tu generosidad y tu empatía hacen que te ganes el corazón de todos aquellos que tienes cerca, y tu sabiduría y tu sensatez son una guía para aquellos que te rodean.

En este día tan especial, quiero desearte lo mejor, espero que esta nueva etapa en tu vida venga llena de felicidad, amor, prosperidad y de la realización de todos tus sueños. Que sigas siendo esa mujer maravillosa, llena de amor y luz, y que siempre sigas inspirando a los que te rodean a ser la mejor versión de sí mismos.

¡Feliz cumpleaños, querida Carmen! Que este sea el inicio de una nueva década llena de aventuras, amor y mucha felicidad.

Con cariño, A.