Homenaje a Matisse

En un rincón de ensueño, se alza una muchacha,
con un sombrero que guarda misterio y gracia.
Su rostro, acariciado por rayos de sol,
refleja la luna en una noche de farol.

El sombrero, cual ala de ave en el viento,
encierra secretos y sueños en su adorno.
De ala ancha y curvas suaves, es el testigo
de historias tejidas en su mundo cautivo.

Bajo su sombra, sus ojos son luceros,
donde se esconden destellos placenteros.
La mirada profunda, cual río sereno,
despierta pasiones y anhelos sin freno.

Sus cabellos danzan, rebeldes y libres,
enredados en el sombrero, donde vibran sus bribones.
Se entrelazan mechones como lianas de plata,
brindando un encanto que a todos desata.

En su figura, la elegancia se despliega,
como un lienzo en blanco, cual musa que llega.
Sus pasos son danza, su andar melodía,
un suave compás que a todos embelesa.

La muchacha con sombrero, un poema en sí misma,
una sinfonía de encanto y dulzura sin medida.
En cada pliegue de su sombrero hay vida,
un universo oculto que a todos cautiva.

Con su sombrero en alto, deslumbra el paisaje,
convirtiendo lo mundano en puro metraje.
Es un verso perfecto en un verso imperfecto,
la melodía etérea que al alma conecto.

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