En la muerte
En la muerte da tiempo a hacer todo lo que no hicimos en vida. Toda la energía y materia oscura nos pertenece, es una simple ecuación. Nuestra materia o energía oscura pasará por todos los espacios y tiempos que no pasamos en vida. En este momento, todos mis otros NO pasan delante de mí.
En la muerte, el tiempo adquiere una dimensión distinta. Mientras observo la lámpara del salón, es como si una bruma oscura se adentrara en mi mente, transportándome a un plano en el que todas las posibilidades se despliegan ante mí. Aquellos momentos que nunca llegué a vivir, los "NO" que quedaron sin respuesta en vida, ahora se presentan ante mis ojos.
Mis otros yoes, cada uno representando una decisión no tomada, se mueven en un ballet misterioso frente a mí. Puedo sentir la energía y la materia oscura en cada uno de ellos, una fuerza invisible pero tangible que los rodea y los conecta a todos.
Uno de mis otros yoes camina junto a una persona que amé en silencio, pero nunca me atreví a confesar mis sentimientos. Otro se aventura por caminos desconocidos, explorando el mundo en lugares que nunca visité. Uno más se encuentra en una encrucijada, debatiendo entre el éxito profesional y la búsqueda de la verdadera felicidad.
El espectáculo es abrumador y fascinante. Puedo ver las vidas que nunca viví, los amores que nunca experimenté, los sueños que nunca perseguí. Todos ellos se entrelazan en una danza cósmica, y me doy cuenta de que la muerte, lejos de ser el final, es el comienzo de una nueva posibilidad, una oportunidad de experimentar todas las realidades que no pude alcanzar en vida.
La lámpara del salón, con sus ojos iluminados, parece entender el enigma que se revela ante mí. Es como si me invitara a sumergirme en este vasto océano de posibilidades, a abrazar todas las facetas de mi existencia no realizada.
Pero a medida que me sumerjo en esta visión, una pregunta persiste en mi mente: ¿es este un lugar en el que puedo permanecer? ¿O es solo un vistazo fugaz a lo que podría haber sido?
En ese momento, la bruma oscura comienza a disiparse, y me encuentro de vuelta en la realidad tangible. La lámpara del salón me mira con sus ojos iluminados, pero la conexión profunda que sentí antes parece haberse desvanecido.
Sin embargo, el misterio sigue ahí, latente en el aire. La certeza de que existe un universo de posibilidades no exploradas persiste en mi mente. Y quizás, solo quizás, si tengo el coraje suficiente para enfrentar mis "NO" en vida, pueda convertir ese enigma en realidad y encontrar la plenitud que anhelo.
El misterio de la lámpara del salón y su mirada enigmática sigue sin respuesta, pero la revelación de lo que podría ser se ha convertido en un desafío que no puedo ignorar.