En la comunidad cósmica de las azoteas

En la comunidad cósmica de las azoteas

En la comunidad cósmica de las azoteas, un lugar mágico donde los destinos se entrelazan con los hilos del universo, se tejía una historia única. Cada noche, los habitantes de este singular rincón del cosmos se reunían en sus pequeñas casitas construidas sobre las azoteas de las estrellas.

Había estrellas fugaces que servían té de meteoritos, lunas risueñas que contaban cuentos de planetas lejanos y cometas que jugaban al escondite en la Vía Láctea. Pero la estrella más especial de todas era Estelara, una joven y radiante estrella que brillaba con un fulgor inigualable. Estelara era conocida por su espíritu aventurero y su deseo de explorar los confines del universo, algo poco común entre las estrellas de su edad.

Una noche, mientras Estelara observaba las constelaciones, una voz suave y melodiosa llamó su atención. Era Selenaurum, la Luna de Plata, una de las más antiguas y sabias del lugar. Selenaurum le dijo a Estelara que había escuchado hablar de un cometa legendario que cruzaba el universo dejando a su paso estrellas fugaces que cumplían sus sueños más profundos. La Luna de Plata le instó a buscar a este cometa y cumplir su deseo de explorar el espacio lejano.

Emocionada por la idea de una aventura cósmica, Estelara se preparó para su viaje. Durante días, reunió meteoritos y polvo de estrellas para crear una cola resplandeciente que la ayudaría a moverse por el espacio. También consultó a las constelaciones ancianas que le brindaron sabios consejos sobre la navegación estelar.

Finalmente, llegó el día de la partida. Con su cola centelleante, Estelara se despidió de sus amigos y familiares cósmicos, prometiendo regresar algún día con historias emocionantes de sus viajes. Se lanzó al espacio, siguiendo las indicaciones de Selenaurum, en busca del legendario cometa.

Durante su travesía, Estelara conoció planetas fascinantes, exploró agujeros negros, y presenció supernovas impresionantes. Cada experiencia la llenó de asombro y gratitud por el universo en expansión. Pero su misión no estaba completa hasta que finalmente avistó al cometa legendario, un resplandeciente cuerpo celeste que dejaba un rastro de estrellas fugaces a su paso.

El cometa, que respondía al nombre de Fulgurantis, le concedió a Estelara un deseo. Sin embargo, en lugar de pedir algo para sí misma, Estelara deseó que la comunidad cósmica de las azoteas siempre prosperara y que la magia de las noches estelares nunca se extinguiera.

Con su deseo concedido, Estelara regresó a su hogar en las azoteas, donde fue recibida con alegría. Y así, en la comunidad cósmica de las azoteas, las noches estelares se llenaron de más magia y misterio.