Elegía para mi muerte

Elegía para mi muerte

Cuando mi alma se eleve hacia el firmamento,
y en mis ojos se apague la luz del día,
deseo que la muerte sea un suave desmayo,
una calma infinita que a mi ser abrace.

Que el viento susurre dulces melodías,
mientras mis sueños se funden con el aire,
y las estrellas brillen con más intensidad,
guiando mis pasos hacia un nuevo destino.

No quiero lamentos ni lágrimas amargas,
sino que la paz envuelva mi despedida,
que la serenidad se cuele en cada corazón,
y mis recuerdos se conviertan en eterna vida.

Que las aves entonen su canción más dulce,
y los ríos murmuren palabras de consuelo,
que la naturaleza me abrace con ternura,
mientras en mis seres queridos encuentro consuelo.

En cada amanecer, recordadme con cariño,
en cada atardecer, mi esencia os acompañará,
porque aunque haya partido de este mundo terrenal,
mi amor y mi esencia nunca se desvanecerán.

Que la muerte sea un suspiro que se pierde en el viento,
un viaje sin retorno pero lleno de esperanza,
donde mi alma encuentre la eternidad serena,
y en cada corazón que toqué, deje bonanza.

Descansaré en paz, queridos amigos,
mi ausencia dolerá, pero no me olvidéis,
y en el rincón más profundo de vuestro ser,
guardaréis la dicha de haberme conocido.

Que la muerte sea como un desmayo,
una transición suave hacia lo desconocido,
y encuentre la paz y el descanso leve,
mientras vuestras lágrimas se convierten en suspiros.