El tacón de la mujer es el termómetro de su erotismo. A más alto el tacón, más grande la cama.

En el mundo de pasiones y deseo,
donde el erotismo se torna intenso,
el tacón de la mujer es un signo,
una señal que marca el compás del encuentro.

A más alto el tacón, más grande la cama,
dicen los versos de este lema audaz,
pues el caminar sensual, lleno de gracia,
despierta los instintos con su paso veloz.

El tacón, ese símbolo de poder y seducción,
eleva la figura, alarga la silueta,
y en cada paso deja huella de provocación,
mientras susurra secretos al oído del planeta.

En su altura se esconde el fuego y la pasión,
un desafío a las leyes de lo cotidiano,
y en cada paso, un sutil coqueteo,
una invitación al juego amoroso y profano.

El tacón de la mujer, testigo silencioso,
es el termómetro de su erótico ser,
mide el deseo que late en su pecho,
y en cada taconeo, hace al mundo estremecer.

No importa si la cama es grande o pequeña,
es el deseo lo que cuenta en esta ecuación,
el tacón es el arte que despierta la leña,
y enciende los fuegos de la excitación.

Así que alza tu tacón, mujer audaz,
muestra tu poder, tu sensualidad,
deja que el mundo admire tu temple voraz,
y en cada paso, escribe tu propia realidad.

Que el tacón sea la guía en tu camino,
el compás que marca tus noches de amor,
y que en tus pasos el erotismo sea divino,
mientras conquistas al mundo con fervor.

Recuerda siempre, mujer valiente y audaz,
que el tacón es solo un símbolo del poder,
tu erotismo se encuentra en tu esencia voraz,
y en tu ser radiante, el verdadero placer.