El Bosco /2
El tríptico viviente
INSPECTOR (OFF)
Lo encontré en las afueras del pueblo, en la vieja fábrica de catequesis que todos decían abandonada. Había rastros de arrastre en la hierba húmeda. Y, en las paredes, pintados con hollín y sangre, aparecían símbolos que no reconocí… hasta que los comparé con los grabados del Infierno de El Bosco.
No eran simples garabatos. Eran fragmentos exactos: el hombre-árbol del Jardín de las Delicias, los rostros deformes del infierno musical, las aves con coronas que devoraban cuerpos humanos. Todo estaba allí, como si alguien hubiera arrancado esas criaturas del lienzo y las hubiera colocado en las paredes.
Avancé con la linterna temblando. Y entonces lo vi.
TESTIGO (OFF)
Estoy colgado. Atado con sogas que huelen a humedad. No sé si estoy despierto o soñando. Frente a mí hay tres paneles de madera, como los de un tríptico. Bosco los está pintando, pero no con pinceles. Con sangre. Con pedazos de cosas que no quiero reconocer.
—Es el último paso —me dice, con voz suave, casi cariñosa—. Tú eres el centro del panel. Sin ti, no hay cuadro.
En el panel izquierdo ha pintado un paraíso corrupto, lleno de hombres desnudos con rostros de animales. Me recuerda a las visiones que describía Dante al entrar en los círculos del Infierno, pero aquí no hay jerarquía, no hay castigo… solo una fiesta enferma.
En el derecho, un infierno mecánico, con máquinas de tortura hechas de huesos y relojes sin manecillas. Me hace pensar en las visiones de Milton, pero más caóticas, como si la caída no tuviera fin.
Y en el panel central… estoy yo. Bosco me está pintando a mí. Pero no es mi cuerpo lo que aparece, sino mi rostro deshecho, mi carne convertida en polvo verde. Y detrás de mí, ella, la mujer de sombras, me sostiene como si fuera un niño.
Quiero gritar. No puedo. Mi voz está atrapada.
BOSCO (OFF)
Todo está dispuesto.
El tríptico debe ser viviente, no solo pintado. Por eso el testigo está suspendido en el centro, justo delante de su propio retrato. Pronto será él mismo y su reflejo, como en las visiones de El Bosco, donde las criaturas se devoran y se duplican en un eterno regreso.
En el ala izquierda, he colocado a las ranas que croan dentro de relojes rotos. En el ala derecha, el arpa hecha de tendones sigue sonando con cada gota de sangre que cae. Y en el centro, cuando su respiración se detenga, abriré su pecho. Dejaré al descubierto su corazón como si fuera una esfera de cristal, y entonces ella entrará.
Ya la siento cerca. Su nimbo se dibuja en las paredes.
INSPECTOR (OFF)
Entré en la nave principal de la fábrica. Mi linterna iluminó algo que nunca debería haber existido.
Era… un altar, pero no como los de las iglesias. Era un altar de carne y madera, cubierto de restos de cuadros, de páginas arrancadas de libros antiguos. Vi citas de La Divina Comedia, escritas en sangre:
Abandonad toda esperanza, vosotros que entráis.
Y junto a ellas, fragmentos de El Paraíso Perdido:
Es mejor reinar en el infierno que servir en el cielo.
En el centro estaba él. El testigo. Vivo. Atado. Y detrás… un hombre con un rostro tranquilo, casi amable. Bosco.
—Sabía que vendría —me dijo sin mirarme—. Usted también forma parte del cuadro.
Vi los paneles. Vi el infierno que estaba creando. Y por un segundo, creí entenderlo. Creí ver algo detrás de todo eso, algo más grande que nosotros.
Y entonces la vi a ella. La mujer de sombras.
Estaba de pie, justo detrás de Bosco. Me miraba. Sonreía.
TESTIGO (OFF)
La oigo. Está aquí. Ella ha llegado.
Bosco me toca la frente. Y cuando lo hace, todo cambia. Ya no hay paredes. No hay fábrica. Solo un espacio infinito, lleno de figuras flotantes, mitad humanas, mitad bestias, como en los cuadros de El Bosco. Y en el centro, ella, inmensa, hecha de polvo y verde.
Me dice, sin hablar:
—Mira lo que siempre estuvo oculto.
Y entonces lo entiendo todo.
No hay escape.
BOSCO (OFF)
El inspector ya ha visto su rostro. Ahora también está marcado. Pronto lo oirá en sueños. Pronto sabrá que no soy yo quien elige. Ella elige.
El tríptico está completo. Pero no es el final. Es solo la primera tabla de una obra mayor.
Pronto habrá más.