El término "desinfluenciar" no es un término comúnmente utilizado en el lenguaje cotidiano y no tiene una definición clara. Sin embargo, se podría interpretar como el proceso de liberarse de la influencia o el control de alguien o algo que ha estado ejerciendo una influencia negativa o no deseada en nuestra vida.
En otras palabras, "desinfluenciar" podría significar liberarse de las creencias, actitudes o comportamientos que nos han sido inculcados por personas o fuerzas externas y que no son coherentes con nuestros valores y objetivos personales. Este proceso de "desinfluenciar" puede ser un paso importante en la búsqueda de la autenticidad y la realización personal.
En el contexto de las redes sociales, "desinfluenciar" podría referirse al acto de dejar de seguir a ciertas personas o cuentas que han estado ejerciendo una influencia negativa en nuestra vida en línea. Por ejemplo, si una cuenta en particular nos hace sentir inseguros, ansiosos o infelices, podemos decidir dejar de seguirla para reducir su impacto en nuestro bienestar emocional.
También podemos aplicar el concepto de "desinfluenciar" a las noticias y la información que consumimos en las redes sociales. En lugar de seguir fuentes de noticias que promueven el sensacionalismo o la desinformación, podemos buscar fuentes más confiables y objetivas para estar mejor informados.
Hoy nos planteamos si esta crisis de legitimidad hará caer la profesión de influencer. ¿Ha llegado el trabajo de influencer a su fin?
Algunas de las polémicas más comunes que involucran a los influencers incluyen la promoción de productos o servicios engañosos, el plagio de contenido, la falta de transparencia en la publicidad y el patrocinio, el acoso y la intimidación en línea, y el uso de lenguaje ofensivo o insensible. Además, algunos influencers también han enfrentado críticas por la falta de diversidad y representación en sus contenidos.
Algunos estudios y datos sobre el marketing de influencers
El informe Consumir, crear, jugar. Panorámica del ocio digital de la juventud, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación FAD Juventud, advierte de que prácticamente la totalidad de jóvenes siguen activamente a personas que crean contenido online e influencers, sobre todo a través de Instagram (81,6 %), la red social más popular, junto con YouTube (58,9 %) y TikTok (55,6 %).
El 79, 9% utiliza las tecnologías digitales para actividades de ocio digital todos los días, solo por detrás de los usos para comunicación (84,1 %) y búsqueda de información (83,6 %).
Además, el promedio es de 6,95 horas al día dedicadas al consumo de contenido audiovisual y otras actividades de ocio vinculadas con las tecnologías digitales.
Un estudio de Civic Science revela uno de los datos que más importan para estas agencias de influencers: el 14 % de los y las jóvenes de 18 a 24 años y el 11 % de la población millenial ha comprado algo en los últimos seis meses porque un blogger o un influencer lo recomendó. Y, teniendo en cuenta las perspectivas de negocio y de uso en redes sociales, este porcentaje solo está comenzando a despegar.
El fin del influencer real y el principio del influencer robot
Por otro lado la inteligencia artificial ha venido para quedarse, existen ya varios robots influencers en redes, como Bermuda (@bermudaisbae) o Imma (@Imma.Gram) con miles y miles de seguidores en sus perfiles y publicaciones que generan millones de likes y comentarios.