Cuando el cielo enmudece
La luna es el burdel de las estrellas.
Cada noche, cuando el cielo enmudece, las estrellas descienden en secreto a la luna. No bajan por amor ni por poesía, sino por deseo. La luna, vieja y pálida, las recibe con una sonrisa rota y cráteres como labios cansados. Les ofrece sombras tibias, promesas de eternidad breve, y un silencio que no juzga.
Las estrellas, ardientes y jóvenes, la rodean como luciérnagas ebrias, dejándole brillos en la piel muerta. Luego huyen antes del alba, volviendo al orden celestial, fingiendo pureza.
Y la luna queda sola, oliendo a luz ajena, esperando la próxima noche.