El "Tractatus Logico-Philosophicus" de Ludwig Wittgenstein es una obra fundamental en la historia de la filosofía y la lógica del siglo XX. El texto presenta una teoría del lenguaje y del mundo, que busca establecer los límites de lo que puede ser dicho y lo que puede ser pensado.

El libro está estructurado en siete secciones, cada una de las cuales presenta una serie de proposiciones numeradas. La mayoría de estas proposiciones son muy breves, y su estilo es aforístico. En general, la obra es extremadamente densa y difícil de leer.

El objetivo central del Tractatus es establecer una teoría del significado del lenguaje y su relación con el mundo. Wittgenstein sostiene que el lenguaje es un reflejo del mundo, y que las proposiciones tienen sentido sólo si corresponden a los hechos. Además, establece que sólo hay dos tipos de proposiciones: las que son verdaderas o falsas y las que carecen de sentido.

Para Wittgenstein, el mundo está compuesto de objetos, que son la realidad básica, y las relaciones entre ellos. Estas relaciones pueden ser descritas mediante proposiciones que corresponden a hechos. Los límites del lenguaje se dan cuando se intenta describir algo que no es un objeto o una relación entre objetos.

El Tractatus también presenta la teoría de la imagen del lenguaje, según la cual las palabras son imágenes de los hechos. Esta teoría sostiene que las proposiciones son como fotografías de la realidad, y que los objetos y las relaciones entre ellos son los elementos básicos que componen estas fotografías.

El "Tractatus Logico-Philosophicus" es, en resumen, una obra compleja y difícil de leer, que establece una teoría del lenguaje y su relación con el mundo. Para Wittgenstein, el lenguaje es una herramienta para describir la realidad, y sólo tiene sentido si se corresponde con los hechos. La obra también presenta la teoría de la imagen del lenguaje, que sostiene que las palabras son imágenes de los hechos.

Una de las claves de la obra es la distinción que Wittgenstein establece entre proposiciones que tienen sentido y proposiciones que no lo tienen. Según él, sólo hay dos tipos de proposiciones: las que son verdaderas o falsas y las que carecen de sentido.

Las proposiciones que tienen sentido pueden ser divididas en dos categorías: las proposiciones atómicas y las proposiciones moleculares. Las proposiciones atómicas son las más básicas y están compuestas por nombres que se refieren a objetos y verbos que indican relaciones entre ellos. Las proposiciones moleculares, por otro lado, están compuestas por proposiciones atómicas y conectores lógicos, como "y", "o", "si... entonces", etc.

Las proposiciones que carecen de sentido son aquellas que no se corresponden con ninguna realidad, es decir, no se refieren a objetos ni a relaciones entre ellos. Un ejemplo de este tipo de proposiciones sería la proposición "El unicornio verde come mermelada".

A partir de estas distinciones, se puede hacer una serie de deducciones lógicas. Por ejemplo, si se acepta que sólo hay dos tipos de proposiciones, entonces se puede deducir que todas las proposiciones deben ser clasificadas como atómicas o moleculares, o como carentes de sentido.

Además, si se acepta que las proposiciones atómicas son las más básicas, entonces se puede deducir que todas las proposiciones moleculares pueden ser reducidas a proposiciones atómicas y conectores lógicos. Por lo tanto, el lenguaje puede ser visto como una estructura jerárquica, en la que las proposiciones atómicas son los bloques de construcción básicos.

Por tanto, las proposiciones presentes en el "Tractatus Logico-Philosophicus" establecen una teoría del lenguaje y su relación con el mundo que puede ser analizada y deducida lógicamente. A través de la distinción entre proposiciones que tienen sentido y proposiciones que no lo tienen, Wittgenstein establece una estructura jerárquica en la que las proposiciones atómicas son los bloques de construcción básicos del lenguaje.

Según Wittgenstein en el "Tractatus Logico-Philosophicus", para saber si algo es cierto o falso, debemos compararlo con los hechos. Las proposiciones que corresponden a los hechos son verdaderas, mientras que las que no corresponden son falsas. En este sentido, la verdad y la falsedad son determinadas por la relación entre las proposiciones y los hechos del mundo.

Por otro lado, Wittgenstein sostiene que hay proposiciones que carecen de sentido, que no pueden ser consideradas ni verdaderas ni falsas. Estas proposiciones no corresponden a ningún hecho del mundo y no tienen ninguna relación con la realidad. Un ejemplo de proposición sin sentido sería "El círculo cuadrado es rojo".

En general, Wittgenstein argumenta que las proposiciones que tienen sentido pueden ser analizadas lógicamente y que su verdad o falsedad depende de su correspondencia con los hechos. Las proposiciones que carecen de sentido no pueden ser analizadas lógicamente ni comparadas con los hechos, y por lo tanto, no tienen ningún valor de verdad.

Sin embargo, Wittgenstein también reconoce que hay límites en la capacidad del lenguaje para describir la realidad. En su opinión, hay ciertos aspectos del mundo que son inefables, es decir, que no pueden ser expresados en el lenguaje. Estos límites pueden llevar a proposiciones que parecen carecer de sentido, pero que en realidad expresan algo que está más allá del alcance del lenguaje.

Es decir, según Wittgenstein, para saber si algo es cierto o falso, debemos compararlo con los hechos. Las proposiciones que tienen sentido pueden ser analizadas lógicamente y su verdad o falsedad depende de su correspondencia con los hechos. Las proposiciones que carecen de sentido no tienen ningún valor de verdad. Sin embargo, también reconoce que hay límites en la capacidad del lenguaje para describir la realidad y que esto puede llevar a proposiciones que parecen carecer de sentido.

Wittgenstein cambió significativamente sus ideas filosóficas en diferentes etapas de su vida, por lo que hay obras posteriores a "Tractatus Logico-Philosophicus" que pueden considerarse como desacuerdos con su propia teoría anterior.

Una de las obras más conocidas de Wittgenstein después del "Tractatus" es "Investigaciones filosóficas", publicada en 1953. En esta obra, Wittgenstein abandona la idea de que el lenguaje puede ser visto como una estructura jerárquica de proposiciones atómicas y conectores lógicos. En su lugar, propone una visión del lenguaje como un juego, en el que las palabras adquieren significado a través de su uso en contextos específicos y en relación con otros términos del lenguaje.

En "Investigaciones filosóficas", Wittgenstein también cuestiona su propia teoría de la proposición sin sentido, argumentando que el sentido de una proposición no siempre puede ser determinado por su correspondencia con los hechos. En lugar de eso, propone que el significado de una proposición depende del uso que se hace de ella en situaciones concretas, y que la comprensión del lenguaje no se basa en la correspondencia con los hechos, sino en su uso práctico.

Otra obra posterior de Wittgenstein que se puede considerar como una desviación de su propia teoría anterior es "Los cuadernos azul y marrón", publicados póstumamente. En estos cuadernos, Wittgenstein abandona su anterior énfasis en la lógica y la matemática y se centra más en la filosofía del lenguaje natural y la fenomenología. En esta obra, Wittgenstein cuestiona aún más la idea de que el lenguaje puede ser analizado lógicamente y propone que el significado de las palabras y las proposiciones depende del contexto y de las intenciones comunicativas de los hablantes.

En conclusión, aunque "Tractatus Logico-Philosophicus" fue una obra muy influyente en la filosofía del siglo XX, Wittgenstein cambió significativamente sus ideas filosóficas en etapas posteriores de su vida, lo que llevó a obras que se alejaron de su propia teoría anterior.

De lo que no se puede hablar, mejor es callarse. -Wittgenstein.
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